Comadritas y compadritos, la gran Carmen Campuzano volvió a abrir su corazón como nunca para contarnos su verdad. Esa verdad que muchos ya saben, pero pocos entienden: la lucha contra sus adicciones, el dolor de sus hijas y el milagro de su renacer.
“Te cansas de vivir mal”
Con una sinceridad brutal, Carmen reconoció que tocó fondo y que un día simplemente se cansó de vivir así. Aceptó que las que más sufrieron fueron sus hijas, quienes cargaron con la ausencia y la incertidumbre de tener a una madre atrapada en el abismo. Hoy, al mirarse al espejo, no solo se ve a sí misma: ve a sus hijas, a su familia y, sobre todo, a esa Carmen que aprendió a quererse y a cuidarse.
La reinvención de una diva
Lejos de quedarse callada, Carmen decidió que su historia tenía que servir. Ahora da conferencias junto a especialistas, compartiendo lo que aprendió en carne propia: que salir adelante no es fácil, pero sí posible. Habla de disciplina, de espiritualidad, de amor propio… y al mismo tiempo denuncia los peligros de esos “anexos” que más que ayudar, lastiman a quienes buscan rehabilitación.
Una madre, un ejemplo, una guerrera
Hoy Carmen no busca aplausos ni compasión. Busca que sus hijas la vean como lo que es: una mujer fuerte, una madre que aprendió a levantarse, y un ejemplo de que siempre hay una segunda oportunidad. Su mensaje es claro y poderoso: se puede caer mil veces, pero siempre existe la posibilidad de volver a levantarse con más fuerza.